El pasado 5 de Mayo el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, cambió de postura y expresó el apoyo de su país a la suspensión temporal de las patentes de las vacunas contra la COVID-19 y pidió al resto de países que apoyasen la iniciativa. La Organización Mundial de la Salud (OMS) también se postula a favor de un levantamiento temporal de las patentes producidas por Pfizer, Moderna, Johnson & Johnson o AstraZeneca y tomará en un futuro próximo una decisión por consenso. Sin embargo, la mayoría de países son contrarios a la idea, incluida la Unión Europea.
La liberalización de las patentes supondría que las fórmulas de fabricación de las distintas vacunas creadas y registradas para combatir la Covid-19 podrían copiarse libremente por parte de otros laboratorios, sin incurrir en ninguna clase de vulneración sobre el derecho que tiene el propietario de la patente, a cambio de una compensación económica.
En España la Ley de Patentes 24/2015, de 24 de julio, reconoce al titular de una invención, como sería una vacuna, la explotación exclusiva por un periodo de 20 años una vez que sea concedida. En el artículo 81 de dicha Ley también se recoge la posibilidad de que el Estado pueda por razones excepcionales de utilidad pública o interés general expropiar esas patentes y/o forzar al titular de estas a que concedan las denominadas licencias obligatorias según lo establecido en el artículo 91 de la misma Ley. De esta manera, el Estado puede tener un control de la producción, fabricación y distribución del objeto de la patente y establecer los precios de su comercialización.
Para que esa expropiación y/o concesión de licencias obligatorias pueda formalizarse, el Estado debe fijar previamente en forma de Ley/Decreto la utilidad pública o el interés social que justifique esa expropiación y/o licencia obligatoria, acordando de mutuo acuerdo entre las partes una indemnización y/o precio de licencia. Todo ello hace muy complejas estas acciones de expropiación y/o licencias obligatorias, de hecho no existen ni en España ni en la Unión Europea precedentes en esta materia.
Los expertos creen que otras medidas podrían ser más efectivas
Las farmacéuticas aseguran que transferir el conocimiento de las patentes no ayudaría a aumentar la producción de estas. Según ellas el proceso de producción de las vacunas es muy novedoso y complejo, por ejemplo la inyección de AstraZeneca se basa en ADN y requiere emplear células de mamíferos para hacer crecer los virus de simio que se utilizan como vehículo. Las vacunas de ARN son incluso más complicadas, ya que es una tecnología nueva que requiere no solo cultivos en bacterias sino fabricar nanosferas de grasa que son esenciales para transportar la vacuna hasta las células y comenzar el proceso de inmunización. Además de otras limitaciones como la falta de expertos, materias primas y equipamiento de un solo uso.
Por tanto, según los expertos la exención de patentes no implicaría resultados rápidos a nivel mundial, ya que la producción de vacunas es muy compleja y se necesitan años para que el control de la producción y calidad se establezca, por lo que no creen que la renuncia a las patentes tendría efecto en 2021. Los especialistas proponen rutas alternativas para ayudar a los países en desarrollo y creen que la verdadera solución radica en lograr un aumento drástico en la producción de las vacunas y aumentar las donaciones. Si se incrementa la producción y se comparten vacunas de forma más amplia, rápida y a un costo asequible sería la forma más eficaz de luchar contra la pandemia en todo el mundo en este momento crítico.
La decisión final sobre la liberalización o no de las patentes sobre equipamiento médico, tratamientos y vacunas para futuras pandemias debe tomarse ya, y eliminar de esta manera para el futuro trabas en la producción en las zonas más pobres del planeta.