La científica Margarita Salas descubrió la ADN polimerasa y el registro de su patente fue un rotundo éxito
Licenciada en Ciencias Químicas por la Universidad Complutense de Madrid, Margarita Salas decidió dedicarse a la carrera científica durante su cuarto año como universitaria. En 1967, tras completar su doctorado, la científica emigró a Estados Unidos junto a su marido, el también científico Eladio Viñuela y realizó una estancia postdoctoral con él en el Departamento de Bioquímica de la Escuela de Medicina de la Universidad de Nueva York.
En dichos laboratorios fue discípula del Premio Nobel Severo Ochoa. A su regreso, después de cuatro años, ella seguiría especializándose en temas de enzimología y genética. Su pareja cambiaría de investigación para darle a Salas su espacio en la ciencia y abordaría una problemática muy grave en España, el virus de la peste porcina.
A finales de los sesenta, Margarita Salas comenzó a trabajar en el estudio del bacteriófago Phi 29. Su investigación sobre el Phi29 nos ha permitido conocer cómo funciona el ADN, cómo sus instrucciones se transforman en proteínas y cómo estas proteínas se relacionan entre ellas para formar un virus funcional. A pesar de que el bacteriófago sea muy simple, al poseer sólo 20 genes, en realidad esconde una maquinaria molecular tremendamente compleja. Desentrañó los mecanismos utilizados por el virus para su morfogénesis, es decir, para formar las partículas del virus a partir de sus componentes: las proteínas y el material genético.
De esta manera descubrió la ADN polimerasa, una proteína que participa en la amplificación de los genes del virus. La ADN polimerasa fue patentada y posteriormente concedieron la licencia de explotación a una empresa americana que comercializó una serie de kits con gran éxito.
Margarita Salas es, sin duda, una de las figuras imprescindibles de la historia de nuestra ciencia. Su importancia ha sido clave, no sólo porque su investigación ha sido fundamental para entender un poco más cómo funciona el fago Phi 29, sino también porque es una demostración evidente de que la ciencia puede generar dinero. De hecho, su registro está considerado como la patente más rentable en España gracias a las regalías obtenidas mediante el otorgamiento de una licencia de explotación.
Fuente fotografía: CGquimicos